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Verdades Olvidadas
San Alfonso Sobre la Blasfemia en el Habla
Muchos jóvenes que se llaman católicos usan profanidades en sus discursos y comentarios en línea en Instagram, X, etc. Están ignorando no solo las buenas costumbres del pasado, sino también los consejos de la Iglesia que prohíben las profanidades, las maldiciones y el lenguaje grosero en el habla o la escritura.
Al explicar el Salmo 140, San Agustín llama a quienes hablan obscenamente "los mediadores de Satanás", los ministros de Lucifer. Por su lenguaje obsceno, afirma, el demonio de la impureza obtiene acceso a las almas, a las que de otra manera no podría entrar. El lenguaje obsceno es la ruina del mundo porque conduce a la perdición de muchas almas.
Invitamos a nuestros lectores a considerar las graves consecuencias de las palabras vulgares y obscenas que tan fácilmente se escapan de los labios y los teclados de tantas personas, tanto jóvenes como mayores, hoy en día.
San Alfonso María de Ligorio
El que habla con inmodestia causa gran daño a los que le escuchan. San Agustín, al explicar el Salmo 140, llama a los que hablan obscenamente “mediadores de Satanás”, ministros de Lucifer, porque con su lenguaje obsceno el demonio de la impureza consigue entrar en almas a las que de otra manera no podría entrar…
Estos «mediadores de Satanás» que hablan obscenamente incitan al pecado a otros, quienes mientras viven en esta tierra caminan en medio de las tinieblas, y mientras permanecen en la carne están en peligro de caer en el vicio de la impureza.
Ahora bien, de los que se entregan al lenguaje obsceno, se ha dicho con razón: Su garganta es un sepulcro abierto. (Sal 5, 11) Las bocas de los que no pueden proferir más que obscenidades inmundas son, según San Juan Crisóstomo, otros tantos sepulcros abiertos de cadáveres putrefactos. Talia sunt ora hominum qui turpia proferunt [Tales son las bocas de los hombres que hablan iniquidad] (Hom, ii. de Proph. Obs.) El aire pútrido que surge de la podredumbre de una multitud de cadáveres arrojados juntos en un pozo transmite infección y enfermedad a todos los que sienten el hedor…
La desgracia es que las bocas del infierno, que con frecuencia pronuncian palabras inmodestas, las consideran a menudo como nimiedades y no se preocupan de confesarlas. Y cuando se les reprende por ello, responden: «Digo estas palabras en broma y sin malicia».
¡En broma! ¡Desdichado hombre, estas bromas hacen reír al diablo y te harán llorar eternamente en el infierno!
En primer lugar, es inútil que digas que pronuncias esas palabras sin malicia, porque cuando usas esas expresiones, es muy difícil que te abstengas de actos contrarios a la pureza. Según San Jerónimo, «Quien se deleita en las palabras no está lejos de la acción». Además, las palabras inmodestas dichas ante personas de un sexo diferente siempre van acompañadas de una complacencia pecaminosa con lo que se dice.
¿Y no es criminal el escándalo que das a los demás? Pronuncia una sola palabra obscena y harás pecar a todos los que te escuchen. Tal es la doctrina de San Bernardo: “Uno habla y ríe entre dientes una sola palabra mala, pero mata las almas de una multitud de oyentes” (Serm. xxiv, en Cant.). Es un pecado mayor que si, con un disparo de trabuco, asesinaras a muchas personas; porque con esto solo matarías sus cuerpos, pero al hablar obscenamente has matado sus almas.
En una palabra, las lenguas obscenas son la ruina del mundo. Una de ellas hace más mal que cien demonios; porque es la causa de la perdición de muchas almas. Este no es mi lenguaje; es el lenguaje del Espíritu Santo: Una boca resbaladiza causa ruina. (Prov. 26:28)
Los Sermones de San Alfonso María de Ligorio para todos los domingos del año, TAN Books, 1982, Sermon XL, pp 300-301
Publicado el 5 de agosto de 2024
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