Pedro Solo es el Fundamento de la Iglesia

Pero, dado que el sucesor de Pedro es uno, y los de los Apóstoles son muchos, es necesario examinar las relaciones que existen entre él y ellos según la constitución divina de la Iglesia. Por encima de todo, la necesidad de la unión entre los obispos y el sucesor de Pedro es clara e innegable. Una vez roto este vínculo, los cristianos quedarían separados y dispersos, y de ningún modo formarían un solo cuerpo y un solo rebaño.

«La seguridad de la Iglesia depende de la dignidad del sumo sacerdote; a quien, si no se le da un poder extraordinario y supremo, se deben esperar tantos cismas en la Iglesia como sacerdotes hay» (S. Jerónimo, Dialog. contra Luciferianos, n. 9). Por lo tanto, es necesario tener presente que nada fue conferido a los Apóstoles aparte de Pedro, pero que varias cosas fueron conferidas a Pedro aparte de los Apóstoles.

San Juan Crisóstomo, explicando las palabras de Cristo, pregunta: «¿Por qué, dejando de lado a los otros, habla con Pedro de estas cosas?» Y responde sin vacilar y de inmediato: «Porque él era preeminente entre los Apóstoles, la boca de los Discípulos y la cabeza del colegio» (Hom. 88. in Joan., n. I). Él solo fue designado como el fundamento de la Iglesia. A él le dio el poder de atar y desatar; a él solo se le dio el poder de apacentar.

Por otro lado, cualquier autoridad y oficio que los Apóstoles recibieron, lo recibieron en unión con Pedro. «Si la benignidad divina quiso que algo fuese común entre él y los otros príncipes, todo lo que no negó a los otros, se lo dio solo a través de él. De modo que, mientras Pedro recibió muchas cosas solo, no confirió nada a ninguno de los demás sin que Pedro participara en ello». (S. León M. Sermo iv., cap. 2)

De esto se debe entender claramente que los Obispos son privados del derecho y del poder de gobernar si deliberadamente se separan de Pedro y de sus sucesores; porque, por esta separación, quedan apartados del fundamento sobre el cual debe descansar todo el edificio. Por lo tanto, están fuera del mismo edificio; y por esta misma razón están separados del rebaño, cuyo líder es el Pastor Supremo; están exiliados del Reino, cuyas llaves Cristo entregó solo a Pedro.

Estas cosas nos permiten ver el ideal celestial y el modelo divino de la constitución de la comunidad cristiana, a saber: Cuando el Fundador Divino decretó que la Iglesia debía ser una en la fe, en el gobierno y en la comunión, eligió a Pedro y a sus sucesores como el principio y centro, por así decirlo, de esta unidad. Por lo tanto, San Cipriano dice: «El siguiente es un testimonio corto y fácil de la fe. El Señor dice a Pedro: “Yo te digo que tú eres Pedro”; sobre él solo edifica Su Iglesia; y aunque después de Su Resurrección da un poder similar a todos los Apóstoles y dice: “Como el Padre me ha enviado”, etc., aun así, para dejar clara la necesaria unidad, por Su propia autoridad estableció la fuente de esa unidad comenzando desde uno» (De Unit. Eccl., n. 4).

León XIII, Encíclica Satis cognitum, §§ 14,15

Publicado el 23 de agosto de 2025