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Verdades Olvidadas
Pío X elogia al laico Louis Veuillot y
su defensa de la Iglesia
Louis Veuillot, gran periodista católico del siglo XIX, es recordado hoy por su firme postura contrarrevolucionaria e intransigente dentro del movimiento ultramontano francés. Se distinguió por atreverse a hablar con fuerza contra las concesiones de la jerarquía francesa, que apoyaba el liberalismo católico.
En 1913, con motivo del centenario del nacimiento de Veuillot, San Pío X pronunció un magnífico elogio del editor de L'Univers y de su labor en favor de la Santa Iglesia. En la carta que sigue, el Papa se dirige a M. François Veuillot, sobrino de Louis Veuillot, para felicitarlo por su biografía de su tío.
A continuación, algunos extractos en los que el Papa alaba la militancia católica de este valiente laico, el “irreprensible defensor de los derechos de Dios y de la Iglesia” frente a los liberales de su tiempo.
Papa San Pío X:
Siguiendo el ejemplo de los dos Papas que Nos precedieron en esta Sede Apostólica, y especialmente de Pío IX de santa memoria, Nos es grato dar testimonio de este gran y buen hombre (Louis Veuillot),
inquebrantable defensor de los derechos de Dios y de la Iglesia.
Con el fuego de su espíritu apostólico, entró… en las santas batallas para defender los principios sagrados; su pluma fue a la vez espada afilada y antorcha luminosa… Lo que lo envolvía en luz y multiplicaba su energía cien veces, junto con su profunda fe, era su amor por la Iglesia, cuyo triunfo deseaba, y su amor por su patria, a la que quería fiel a Dios.
Guiado por esta fe, inspirado por este doble amor, supo rechazar como impiedad cualquier disminución de la soberanía de Cristo y cualquier renuncia a las enseñanzas de la Sede Apostólica.
Comprendió que la fuerza de las sociedades reside en el pleno y completo reconocimiento del Reinado Social de Nuestro Señor y en la aceptación sin reservas de la supremacía de Su Santa Iglesia.
Con espíritu recto y orgulloso y corazón indomable, hizo las proclamaciones más valientes sobre estas cuestiones fundamentales, confesando la verdad católica sin vacilar y sin atenuaciones, sin querer jamás distinguir entre los derechos que el mundo moderno admite y aquellos que pretende proscribir. Con generosa franqueza supo desenmascarar las teorías liberales con sus desastrosas deducciones y sofismas ocultos bajo el nombre de libertad…
Se entregó con todo el ardor de su alma a disipar los prejuicios y ambigüedades del galicanismo, y fue una fuerza poderosa en el gran movimiento por la Sede Apostólica que marcó su época. Nadie ignora su perseverancia en oponerse siempre a las mentes pervertidas que atacaban las fuentes vivas de las tradiciones cristianas, la fuerza y la gloria de su patria.
Es ciertamente un gran honor para un servidor de la Iglesia haber, durante casi medio siglo, proyectado sobre los acontecimientos… en el mundo la luz pura de la doctrina católica y haber perseguido sin tregua ni misericordia el error que se difunde a plena luz del día, así como el error que se oculta en las sombras.
Tiene el mérito y la gloria de haberlo hecho con el valor, el ardor y el entusiasmo de un hombre que posee mérito y que sabe que esta Verdad tiene derechos imprescriptibles… Le queda el mérito y la gloria de haberlo hecho con total desinterés, sin ceder nunca a la seducción, al elogio o a las promesas, desafiando la impopularidad, la intriga y la antipatía, las calumnias de sus adversarios y, a veces, incluso la desaprobación de sus compañeros de lucha, gozándose de ser tenido por digno de sufrir afrentas por el nombre de Jesús. (Hch 5,41)
Toda su ilustre carrera merece ser presentada como modelo para quienes luchan por la Iglesia y por causas santas, y que están sujetos a las mismas contradicciones y a los mismos arrebatos de pasión. Que ellos, siguiendo el ejemplo de Louis Veuillot, se enorgullezcan de sus títulos de cristianos y servidores de la Iglesia; que sepan que Dios combatirá con ellos y les concederá la victoria en el tiempo señalado por Su Providencia.



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