Cuentos y leyendas
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El dolor indebido de una madre

Fr. F. X. Schouppe, S.J.
Existe un deber de estricta Justicia respecto de los niños: ¨Están obligados a orar por sus padres fallecidos. Recíprocamente, a su vez, los padres están obligados por derecho natural a no olvidar ante Dios a aquellos de sus hijos que les han precedido en la eternidad. ¡Pobre de mí! Hay padres que se sienten inconsolables ante la pérdida de un hijo o de una hija muy querida y que, en lugar de orar por ellos, no derraman más que algunas lágrimas infructuosas.

mother weeping

La madre no dejaba de llorar
y de lamentarse por la pérdida de su hijo

Tomás de Cantimpre relata sobre este tema un incidente ocurrido en su propia familia.

La abuela de Thomas había perdido un hijo en el que había centrado sus más entrañables esperanzas. Día y noche ella lloró por él y rechazó todo consuelo. En el exceso de su dolor, olvidó el gran deber del amor cristiano y no pensó en orar por esa alma tan querida para ella.

El infortunado objeto de esta ternura estéril languideció entre las llamas del Purgatorio, sin recibir alivio en sus sufrimientos. Finalmente, Dios se apiadó de él. Un día, mientras estaba sumida en lo más profundo de su dolor, esta mujer tuvo una visión milagrosa.

Vio por un hermoso camino una procesión de jóvenes, gráciles como ángeles, avanzando llenos de alegría hacia una ciudad magnífica. Ella entendió que eran almas del Purgatorio que hacían su entrada triunfal al Cielo.

Miró ansiosamente para ver si entre sus filas encontraba a su hijo. ¡Pobre de mí! El niño no estaba allí. Pero entonces lo vio acercarse muy detrás de los demás, triste, sufriente y fatigado, con la ropa sucia y empapada de agua.

"Oh, querido objeto de mi dolor", le gritó, "¿cómo es que sigues detrás de esa brillante banda? Me gustaría verte a la cabeza de tus compañeros".

boy and mother

El joven suplicó a su madre:
'Deja de llorar y llorar. Ofrece oraciones y Misas'

"Madre", respondió el niño en tono lastimero, "la culpa es tuya. Son estas lágrimas que derramas sobre mí las que humedecen y ensucian mis vestidos y retardan mi entrada en la gloria del Cielo. Deja de abandonarte a un dolor ciego e inútil. Abre tu corazón a sentimientos más cristianos.

"Si de verdad me amas, aliviame en mis sufrimientos. Aplícame algunas indulgencias, reza oraciones, da limosna, obtén para mí los frutos del Santo Sacrificio de la Misa. Es por este medio que demostrarás tu amor, porque al hacerlo me librarás de la prisión donde languidezco, y me sacarás a la vida eterna, que es mucho más deseable que la vida terrestre que me has dado."

Entonces la visión desapareció, y esa madre, así amonestada y devuelta a los verdaderos sentimientos cristianos, en lugar de ceder a un dolor inmoderado, se dedicó a la práctica de toda buena obra que pudiera aliviar el alma de su hijo.

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Purgatory Illustrated by the Lives and Legends of the Saints,
London: Benzinger Bros., 1893, chap 42, pp 239-240

Publicado el 27 de noviembre de 2023

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